Quelo disfruten.
Equipo de recoleccion
Por Martin Alejandro Mendoza Soto.
Prólogo:Por Martin Alejandro Mendoza Soto.
Creo que soy anticuado, toda mi vida y años de servicio en este equipo los dediqué a proteger el planeta, y ahora me encontraba viejo y cansado, el planeta no había podido resistir más y murió, y pronto mi equipo lo estaría.
El viejo y casi obsoleto equipo de recolección, por años habíamos recogido todo tipo de basura espacial que le estorbara en el camino a los satélites y estaciones espaciales del gobierno, así como destruir cualquier amenaza a la Tierra, como lluvias de meteoritos y las asquerosas madres de gusano, incluso reparábamos los transboradores cuando eran alcanzados por los misiles durante la Guerra.
Éramos una leyenda en la gran bola azul, todos querían formar parte de nuestro pequeño grupo, varios de los grandes Almirantes y Coroneles de la época habían salido de nuestro grupo de cadetes, siempre cumplíamos con el trabajo, aún en contra de todo pronóstico y puedo decir, que éramos los mejores salvando el planeta.
Sí... los mejores años han pasado, ahora yo solo era un viejo sin nada que hacer, mis hijos estaban estudiando en algun planeta lejano, donde ninguna radiación los quemara, pude haber ido con ellos, cuando se ordenó evacuar el planeta al declararlo inavitable, mi hija me ofreció vivir en su casa, pero no quise irme lejos, decidí quedarme en la Luna, cerca de mi querido planeta Tierra, fuí uno de los últimos en nacer ahí, así que aún le tengo un gran cariño a ese montón de rocas y tierra erosionada.
Por años añoré los tiempos en los que éramos útiles, pero hace poco más de tres meses ocurrío, El Gobierno nos había convocado para una misión muy importante.
Jamás hubiera creído lo que pasó en ese viaje.
Capítulo 1:
De vuelta.
Estabamos en una misión de reconocimiento con rumbo a un planeta enano que se encontraba orbitando cerca de Marte, aparentemente había salido de un hoyo negro hacía 76 años, y todos los intentos de los científicos por estudiarlo habían terminado en decenas de satélites desaparecidos, así que había muchas preguntas que necesitaban resolver.
Y entonces nos llamaron a nosotros, los únicos que podíamos ir en una misión a un sitio como ese, teníamos experiencia en cuanto a enfrentar situaciones difíciles, más de la que me gustaría presumir, habíamos sobrevivido a lluvias de meteoritos, a ser alcanzados por explosiones solares, y a estar en medio del fuego cruzado entre dos cruceros de batalla.
Por eso nos enviarían a una misión tan arriesgada, aunque para ser sincero, no me importaba el peligro, ni me importaba la posibilidad de morir, me importaba más el hecho de estar de vuelta, de ser útil una vez más, y sobre todo, me importaba más el poderme probar a mi mismo que aún tenía lo necesario para ser una leyenda.
Nuestra misión sería buscar alguna señal de vida, además de tomar muestras de las rocas, pues los cientificos creían poder encontrar en ellos la manera de revertir los efectos de la arena negra, la misma que causaba las mutaciones en la poca gente que no salió de la Tierra.
Salimos a las sies de la mañana del 1 de Mayo.
Por dos semanas vivimos en un Crucero Militar que nos llevaría a mi y a mi Grupo lo más cerca posible del planeta enano, una vez a 600000 kilómetros, nos tocaría a nosotros llegar a su superficie.
Inesperadamente llegamos sin contratiempos, bajamos un pequeño grupo y yo, el grupo era formado por Daniel Méndez, Medico, Liliana Schroeder, enviada del Gobierno por sus conocimientos en Botánica y Geología, El Sargento Johan Miles, un militar que quiso venir, así como los que ya conocía yo, Pedro, excelente cocinero y hábil en el manjeo del brazo mecánico, Anna, la mecánico de a bordo y José, el más joven del grupo, solo tenía 17, pero era experto en todo aquello que tuviera que ver con microchips.
Bajamos de la nave, el primero en pisar el suelo de ese planeta fue el Almirante, quien de inmediato supo que había algo raro en el lugar.
Sin embargo Liliana y Daniel estaban inpacientes por comenzar a explorar, habíamos aterrizados en una zona humeda llena de árboles, así que habíamos cumplido con el objetivo de buscar vida, era de noche, o al menos eso pensamos, pues los árboles eran de un tamaño descomunal, semejantes a edificios de más de 20 pisos, así que no dejaban pasar mucha luz, pronto comenzo una lluvia ligera, no le dimos importancia, al menos no por un rato, pues estábamos más que sorprendidos por lo impresionante del lugar, era de aspecto pantanoso, por lo que no podíamos tomar muestras de las rocas, el lugar tenía también una extraña neblina que bajaba de los árboles, cuyas hojas semejaban mucho al eno.
Caminamos al rededor de tres horas, siempre cuidando de no alejarnos mucho de la nave, la cual siempre tuvimos al oeste.
La primera en percatarse de que nos faltaba uno fue Liliana, observó una extraña planta roja en el suelo y le pidió un poco de luz a Pedro, quien jamás contestó, intentamos localizarlo, pero no respondió al intercomunicador, y tampoco sirvió su posicionador global, ninguno de los aparatos bonitos que nos había dado el Gobierno sirvió para encontrar a Pedro así que pronto perdimos toda esperanza, decidimos retroceder por el camino que habíamos seguido, hasta llegar a la nave, esperábamos encontrarlo dentro.
Llegamos a la nave y Pedro no se encontraba en ella, así que decidimos esperar hasta que amaneciera, dormimos un poco, el Sargento montó guardia unas horas, esperando que Pedro regresara, Yo tomé el turno siguiente, pero comencé a dormitar, y justo cuando cerré los ojos un enorme estruendo nos hizo despertarnos a todos.
Capítulo 2:
Némesis
Nos asomamos por la ventana, la neblina era espesa, solo se podian distingir levemente las copas de los arboles, sin embargo algo se oía entre ellas, algo cuyos ojos se toparon con el Sargento, quien los observó fijamente, dos circulos rojos, como de fuego, así que el sargento supo claramente que había encontrado a su némesis.
Casi de inmediato el sargento sugirío pedir un escuadron de asalto al crucero, para acabar con esa cosa, ya que estaba seguro que eso había acabado con Pedro.
José intento comunicarse con el Crucero, pero fue en vano, el estruendo que oímos fue de nuestra antena de comunicaciones, fuera lo que fuera esa cosa, había pateado nuestra única forma de comunicarnos con el exterior, ahora sabíamos que estabamos ailsados, pero esa era quiza la mejor parte, pues entonces comenzó una tormeta, y abandonar el planeta en medio de ella sería un suicidio.
Al día siguiente José y Anna subieron a la parte más alta del casco de nuestra nave, revisarían los daños y tratarían de arreglarlos, tras varias horas volvieron, y dijeron que el daño era grande pero que tenía solución, aunque les tomaría un par de días, tendrían lista la comunicación.
Al menos eso era un alivio.
El sargento mientras tanto, le preguntaba a la Doctora todo lo que podía sobre las debilidades de cada especie de ser viviente registrado, pues sabía que una criatura así debía tenerla, y la información al respecto le era vital para sus planes.
Daniel y el Sargento fueron a la armería, el Sargento estaba seguro de que esa cosa era hostil y estaba obsecionado con la idea de que debía proteger el grupo, sin embargo no tenia armaneto suficiente, solo unos cuantos rifles de plasma, 6 armas cortas y 2000 cartuchos, ademas de 20 granadas de fragmentación.
El sabía que con eso apenas le harían un rasguño a la criatura.
Estoy seguro que aquella situación lo tenía abrumado, constantemente le hablaba a Liliana sobre sus años en la Flota, como líder de los Lobos, aquella Compañía que se había enfrenmtado a los Kriideliz en la Guerra por los Anillos de Saturno.
De como el había ideado la operación Goliat y habían acabado con el 30% de la Flota de los Kriideliz.
Y como esa, habían varias historias, todos ellas llenas de heroísmo, lo cual le recordaba lo absurda de nuestra situación.
Aquella noche, (si es que se le podía llamar noche) El sargento escuchó un ruido afuera, aparte de el, ninguno de nosotros escucho nada, sin embargo el se puso de pié rápidamente y salió a mitad de la Tormenta, solo llevandodse consigo dos fusiles de asalto y una mochila llena de muiniciones.
Alarmados al ver su creciente paranioa tratamos de detenerlo, sin embargo fue inútil, nadie podía hacerlo entrar en razón, se veía en sus ojos la determinación que tenía en salir y enfrentarse a la criatura, asi que abrío la compuerta y salió en medio de la lluvia, donde lo perdimos de vista tras haber avanzado varios metros, justo donde la lluvia hacía inútiles todos nuestro intentos por distinguirlo de la oscuridad.
El Sargento jamás regresó a la nave.
3 comentarios:
nomames wey estan bien chingonas tus historias aunque algunas no estan largas pero aun asi me fasinan tus historias en especial la del legado de los angeles me encantan te admiro mucho y sabes que es lo que mas me encanta.... es toda la sangre que le pones es chidisimo....
oye ya saca los demas capitulos no me dejase intrigado....
Realmente he disfrutado varias de tus historias, así como otras partes de este especio web. Mis sinceras felicitaciones.
Yo soy uruguayo, y alterno mi dedicación a cuestiones técnicas de economía y de tecnología, con escritos de aficionado (especialmente cuentos y algunos ensayos).
Vengo de publicar un libro aquí en Montevideo sobre Los disparadores de la escritura literaria, que tal vez te pueda interesar. Por cierto, este documento lo he librado al dominio público, y lo puedes bajar si lo deseas de mi espacio web personal en:
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Suerte en tus emprendimientos.
Juan Carlos Anselmi
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